Diferencia entre revisiones de «Monografico de Proyectos 2025-2026/SIERRA A»

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Revisión del 16:30 14 oct 2025

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Sesión 1- 16.09.25

Considero que la arquitectura debe entenderse como un proceso dinámico y flexible, enraizado en la noción del territorio y el lugar . Preguntas como “¿cómo se emplaza?” o “¿qué fue antes?” permite abrir y guiarnos una transformación acorde a una mirada sensible del espacio, reconociendo las fuerzas que ejercen el sitio, las personas y la naturaleza, y orientando así una respuesta responsable hacia el entorno.

Sesión 2 - 23.09.25

La sostenibilidad no solo debe medirse en términos de funcionalidad, sino también en su capacidad para preservar y fortalecer las comunidades que ya existen. En este sentido, la rehabilitación de preexistencias se muestra como una respuesta vigente y necesaria, porque no solo restaura edificios, sino que reconstruye los lazos.

La verdadera sostenibilidad y urbanización se manifiesta en la capacidad y la gestión de un proyecto para adaptarse y mantenerse relevante a lo largo del tiempo. Sin esta adaptabilidad, cualquier intervención corre el riesgo de ser poco efectiva. Por lo tanto, es importante que los proyectos arquitectónicos no solo sean innovadores, sino que también se inserten de manera significativa en sus contextos sociales y ambientales.

Sesión 3 - 30.09.25

Lo visto en el Río Genil pone de manifiesto la tensión entre lo artificial y lo natural. La vida busca siempre un resquicio para desarrollarse: la vegetación se abre paso, el agua mantiene ciclos estacionales y el río continúa articulando ecosistemas. El río no desaparece como entidad natural, sino que se transforma y resiste, mostrando la resiliencia de los sistemas ecológicos. También invita a pensar en cómo nuestras intervenciones pueden acompañar y potenciar esa vitalidad, en lugar de reducirla.

Observar el cauce en sus distintas situaciones fue un ejercicio de lectura del paisaje, donde se hace evidente lo ecocéntrico, que reconoce el valor de la naturaleza en sí misma y el egocéntrico, que responde a las necesidades humanas inmediatas.

Reconocer esto implica recuperar un “conocimiento ecológico” que muchas veces hemos olvidado. De esta experiencia me queda una enseñanza clave: la naturaleza y la arquitectura no deben leerse en oposición, sino en un diálogo permanente.

Sesión 4 - 07.10.25

En la actualidad implica reconocer la arquitectura como un acto ético y ecológico, donde diseñar requiere atender, escuchar y respetar la diferencia. El arquitecto deja de ser un creador absoluto para convertirse en un mediador entre las cualidades del territorio, las necesidades sociales y las dinámicas del ecosistema.

El cuidado del territorio supone reconocer sus propias cualidades y permitirle desarrollarse según su identidad, una idea vinculada al principio de isonomía, entendido como la igualdad de autonomía de cada lugar para desarrollarse tal como es.

Reflexionar sobre cuál es el paradigma desde el que proyectamos me llevó a comprender que, como arquitecta, asumimos un papel amplio y decisivo que comienza desde el origen mismo de la idea del proyecto. Reconocer ese paradigma implica cuestionarse a quién va dirigido, qué necesidades buscamos atender y desde qué mirada interpretamos el territorio y a quienes lo habitan.